MARCA.- El Barcelona se coronó campeón de Copa al imponerse en la prórroga a un Madrid resucitado, que volvió de un primer tiempo pésimo para remontar y rozar el título, pero no supo retener la ventaja durante 13 minutos. El tanto de Koundé remató un partido inmenso, digno de un Clásico, con goles, aciertos y errores. Con Pedri dominando, Mbappé sembrando el pánico… Y con expulsiones finales que afearon los últimos minutos. Precioso el pasillo final a los subcampeones. Los culés tienen el primero de los tres títulos a los que aspira.

Empezó la final según lo esperado. Con el Barça presionando en la salida blanca, y con Mendy roto al primer esfuerzo, taponando la entrada de Koundé. Es lo que tiene poner de salida a un futbolista recién salido de lesión, sin un minuto de rodaje. Antes y después del inicidente más previsible, la sensación fue abrumadora para los azulgranas hasta conseguir la recompensa. No fue una producción inagotable de ocasiones, fue la sensación de que dominaba en cada sector del campo, con y sin balón. No encadenaban los blancos ni tres pases seguidos, ni estaban cerca de la circulación azulgrana. Un equipo armado y coordinado frente a un grupo de futbolistas corriendo tras la pelota.
¿Y el árbitro? Bastante bien, dadas las circunstancias. Pidió primero penalti el Barça por una mano de Valverde cuando lanzaba el brazo al apoyo de un toque de Ferran. Bien aplicado. Es verdad que quiso contemporizar y no penalizó con tarjetas algunas entradas duras. Castigó a Tchouaméni por una entrada por detrás a Olmo, pero otros como Rüdiger, Asencio o Lucas se libraron de la amarilla. Pudo anotar Lamine Yamal en un centro raso y con veneno que se fue rozando el palo. O Koundé en un cabezazo tras una falta lateral. Lo hizo Pedri, gobernador del centro del campo. Se originó en un cruce preciso de Cubarsí a un pase de Bellingham, el canario lanzó en largo a Lamine Yamal que buscó línea de fondo, atrajo al repliegue desordenado de los blancos y dejó atrás para el 8, que de primeras colocó en la escuadra. Que estaba solo, sí. Que la puso como los ángeles, también.
Después de la peor media hora de los tres clásicos hasta la fecha compareció el Madrid, que completó dos llegadas. Intervino Ceballos en la primera, que filtró a Bellingham, en fuera de juego antes de competar el gol. En el segundo Vinicius corrió en un pase destinado a Fran García, que rompía el fuera de juego, así que el penalti posterior de Iñigo fue irrelevante.

En medio del naufragio general, la ausencia de Rodrygo, esperada, fue clamorosa. Tanto que Ancelotti le relevó al descanso por Mbappé. Goes empezó la temporada reivindicando su ingreso en la BMV y se ha tirado del cartel. El caso es que, después de tres remates consecutivos de los azulgranas (Lamine Yamal, Raphinha y Pedri), Bellingham entró en combustión y dio la vuelta al partido. Después de un robo que habilitó a Vinicius y obligó a dos buenas paradas de Szczesny, el Barça se sintió vulnerable. Entraron Modric y Güler, Valverde al lateral diestro, y el Madrid se agigantó. También menguó el Barça, que malgastó tres contras claras, especialmente Raphinha, impreciso en el remate. Arrastró Olmo a Rüdiger para crear la más clara, pero fue el sustituido. Por Fermín. No funcionó. El Madrid se fue arriba.
Fue Mbappé quien activó el vuelco. Recibió de Jude, tiró un caño largo a Iñigo y forzó el agarrón y la tarjeta de De Jong. Asumió Kylian y sorprendió a Szczesny, que dio un paso en falso y concedió su palo. 1-1. Volvió a salir a la contra por izquierda el equipo blanco, a todo trapo, pero Vinicius apuró demasiado y no atinó ni a rematar ni a pasar. Arda ganó peso en el partido y lo demostró seis minutos después, con un córner de seda que remató con poderío Tchouaméni. Recompensa para un futbolista en crecimiento. Remontada. Se quedó lesionado Rüdiger, que tuvo que vendarse para continuar. Estaba tocado. Lamine detectó la debilidad y sirvió en profundidad para Ferran, que volvió a ser determinante en Copa. Se fue de Courtois y anotó a puerta vacía.Ni el mejor guionista habría imaginado un giro dramático como el del minuto 96′. Después de pedir Ferran una pena máxima de Rüdiger (se han pitado penaltis por menos), De Burgos pitó penalti en una caída de Raphinha ante Asencio. Pareció que se había comido el regate del brasileño, pero Pablo González Fuertes, en el VAR, detectó el piscinazo. Llamó a De Burgos y anularon la sentencia. A la prórroga.

El agotamiento marcó el tiempo extra. Tanto que Flick no tuvo más remedio que relevar a Pedri, exhausto. Entró Eric. También había entrado Brahim por Vinicius, tieso. El título estaba en un chispazo. Lo tuvo Ferran, que se revolvió ante el mermado Rüdiger, pero cruzó demasiado su remate. En la reserva estaban ya Lamine, Ferran, Jude o Rüdiger, que no pudo acabar. Ancelotti metió por él a Endrick. Tchouaméni atrás. Arda buscó la entrada de Bellingham, pero alcanzó a peinar la bola. El caso es que el fallo vino del más inesperad. De Modric, en salida, al dar un pase horizontal. Interceptó Koundé, se fue a la frontal y remató con el alma, junto al palo. Campeón el Barça. Merecido. Honor al Madrid, que tuvo el título en las manos, tras una reacción de campeón, a pesar del borrón de algunos futbolistas, como Rüdiger, expulsado por una reacción desaforada . Los culés levantan la primera de las tres coronas. Los blancos vuelven para disputar LaLiga. El Madrid también pierde finales.
Con información de MARCA

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