Por Jorge Guerrero
Continuando con el recuento de los buenos hábitos y cómo estos pueden transformar nuestro estilo de vida, en esta colaboración hablaremos de una práctica que, aunque parece común, ha sido relegada en un mundo donde la tecnología nos ha facilitado la vida al punto de reducir drásticamente nuestra actividad física. Este movimiento básico, accesible, económico y natural es una de las formas más efectivas de mejorar la salud. Caminar no solo fortalece el cuerpo, sino que también beneficia la mente y las emociones, convirtiéndose en un pilar fundamental para una vida saludable y un camino hacia la longevidad.
Caminar regularmente mejora la circulación sanguínea, fortalece el corazón y reduce el riesgo de hipertensión y enfermedades coronarias. Estudios han demostrado que caminar 30 minutos al día puede disminuir en un 30% la posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares. Aunque no es un ejercicio de alta intensidad, caminar a buen ritmo activa el metabolismo, ayuda a quemar calorías y mejora la sensibilidad a la insulina, previniendo el sobrepeso y la obesidad. Además, contribuye al fortalecimiento óseo y muscular, previniendo la osteoporosis y mejorando la postura y el equilibrio, lo que reduce el riesgo de caídas. Aunque parezca un detalle menor, existe una gran diferencia entre quienes tienen el hábito de caminar y moverse y quienes llevan una vida sedentaria.
Más allá de los beneficios físicos, la caminata es una herramienta poderosa para reducir el estrés, la ansiedad y la depresión. Durante la actividad física, el cuerpo libera endorfinas, conocidas como “hormonas de la felicidad”, que generan bienestar y mejoran el estado de ánimo. También está comprobado que caminar regularmente aumenta la longevidad, ya que retrasa el envejecimiento celular y disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Si bien la meta de 10,000 pasos diarios se ha popularizado como un estándar, estudios recientes sugieren que incluso caminar entre 7,000 y 8,000 pasos al día puede reducir significativamente el riesgo de muerte prematura y enfermedades crónicas. Más allá de la cantidad, lo importante es mantener una rutina constante y evitar el sedentarismo.
Optar por caminar en lugar de usar el auto para trayectos cortos, subir escaleras en lugar de tomar el elevador, dar un paseo después de comer o incluso hacer caminatas breves durante llamadas telefónicas son formas sencillas de moverse más. Para aquellos que buscan un mayor impacto, caminar a un ritmo acelerado durante al menos 30 minutos al día puede generar grandes beneficios para la salud.
Caminar es una forma de autocuidado accesible para la mayoría de las personas y su impacto en la salud física, mental y emocional es innegable. En tiempos donde el sedentarismo se ha convertido en una epidemia silenciosa, dar el primer paso puede marcar la diferencia entre una vida llena de vitalidad o una de enfermedades prevenibles.
Sin embargo, como bien dijo Ramón de Campoamor: “Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

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