Por Jorge Guerrero
En colaboraciones anteriores, describí cómo fenómenos como las actuales olas de calor y el cambio climático afectan de manera importante la salud humana, habiendo hincapié en la conciencia y toma de responsabilidad de los Gobiernos y ciudadanía para poder atender esta situación por demás preocupante, además de ofrecer algunas recomendaciones al respecto.
Como antecedente a lo largo de la historia geológica de la humanidad, eventos catastróficos como el impacto de un asteroide en Yucatán hace 66 millones de años y la última era de hielo, que comenzó hace 115,000 años y terminó hace aproximadamente 11,700 años, provocaron extinciones masivas y transformaciones radicales del ambiente, pero sin ninguna influencia humana directa.
Para contextualizar, los Homo sapiens, nuestra propia especie, surgieron hace aproximadamente 300,000 años. Estos primeros humanos modernos evolucionaron en África y, con el tiempo, se dispersaron por todo el mundo, adaptándose a una amplia variedad de entornos y climas, incluida la era de hielo. Estas condiciones climáticas severas influenciaron significativamente su modo de vida, sus adaptaciones y movimientos migratorios, lo que eventualmente condujo a la rica diversidad de culturas que conocemos hoy.
Estos eventos naturales demostraron cómo cambios ambientales significativos pueden alterar drásticamente la vida en la Tierra.
En contraste, el cambio climático actual representa una nueva fase en la cual la actividad humana y nuestro comportamiento son el catalizador principal, es decir, somos los responsables de alterar el clima y nuestro entorno.
Esta diferencia destaca un profundo desafío y, a la vez, una oportunidad única: a diferencia de los dinosaurios o las especies afectadas por las eras de hielo, tenemos el conocimiento y la capacidad para reconocer nuestro impacto en el planeta y tomar medidas para mitigarlo.
Reflexionar sobre esta diferencia nos invita a considerar la responsabilidad que compartimos en proteger y preservar nuestro ambiente. A diferencia de los eventos pasados que estaban fuera del control de las especies afectadas, nosotros tenemos la capacidad de influir en nuestro futuro a través de decisiones conscientes y acciones colectivas. Esto nos otorga tanto un poder como una responsabilidad enorme para con nosotros mismos y con las generaciones futuras.
Películas futuristas donde la falta de agua y el calor extremo ponen a prueba la resistencia y adaptación del ser humano son condiciones cada vez más probables.
Para terminar, la responsabilidad de mantener el planeta y de no enfermarnos está en ti y en cada uno de nosotros; lo deseable es no ser protagonistas de una película apocalíptica. Sin embargo, como diría Ramón de Campoamor, «Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira».
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