Por Jorge Guerrero
Partiendo de la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la conceptualiza como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades», y considerando la enfermedad como una «alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas generalmente conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible», actualmente, en pleno siglo XXI, nos enfrentamos globalmente al desafío de abordar la atención de la salud con paradigmas arraigados en el pasado. En otras palabras, estamos abordando la salud y la enfermedad con patrones de conocimiento mayormente provenientes del siglo XX, en un contexto que demanda actualización.
Un ejemplo palpable de esto es la persistente priorización y enfoque en el tratamiento de enfermedades y en la prevención de estas, lo cual ha sido un reto global con resultados diferenciados según las características de los países, los presupuestos asignados y los determinantes sociales.
Hoy, además de eso, es imperativo agregar como objetivo la producción y generación de salud, adoptando el enfoque de «salutogénesis». Este concepto debe considerarse crucial; generar salud como objetivo para todos es, sin duda, más beneficioso que simplemente atender las consecuencias de las pérdidas de salud. La generación de enfermedad nos ha superado a todos, evidenciada en los estilos de vida no saludables, la precariedad de los determinantes sociales, la inequidad y la falta de accesibilidad a los servicios sanitarios, junto con presupuestos insuficientes para abordar estos desafíos.
La generación de salud, atención médica, prevención de enfermedades y limitación del daño, especialmente en pacientes con enfermedades no transmisibles como enfermedades metabólicas, diabetes mellitus, hipertensión arterial y dislipidemias, demanda un esfuerzo global y colectivo. Conferirles gran visibilidad es fundamental para proponer políticas a nivel individual y público, poniendo especial énfasis en la importancia de generar salud y comprendiendo cómo lograrlo.
En este contexto, es necesario dejar atrás conceptos y normas del siglo XX, encaminándonoshacia un enfoque más holístico y preventivo en el siglo XXI. La salud debe ser producida y generada, no simplemente tratada. La corresponsabilidad de todos los sectores de la sociedad es esencial para forjar políticas integrales que aborden la generación de salud, la atención médica, la prevención y la limitación del daño, especialmente en el caso de enfermedades no transmisibles. Si no lo hacemos, todos nos vamos a arrepentir.
Sin embargo, en la salud y en la enfermedad, como bien dijo Ramón de Campoamor, «Nada es verdad, nada es mentira, todo es de acuerdo al cristal con que se mira».
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