• 15 de abril de 2025 04:01

El eterno Rock de Miguel Ríos hizo vibrar a sus seguidores en el Auditorio Nacional de CDMX #Videos

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CDMX.- Con 80 años de edad y 63 años de carrera, el rockero español, Miguel Ríos le ha tocado ser pionero muchas ocasiones. En México, es pionero de los conciertos masivos; él y su banda se presentaron el 29 de abril de 1988 en la Plaza México y algo de ese brío rocanrolero que mostró entonces, permanece.

Así lo demostró en el concierto de ayer sábado ante un Auditorio Nacional lleno de seguidores que confirmaron la verdad de uno de sus versos más famosos: “El rocanrol es un bumerang, la voz de tu generación, es tu cultura, es tu identidad, por eso siempre volverá”.

Ríos fue generoso hasta con la conversación; presentó cada una de las 20 canciones que interpretó con alguna anécdota. Para iniciar, cambió el estribillo de “Bienvenidos”, por “bienvenidas”, y también saludó “a los hijos de México”, cuando la canción cierra con el contundente “a los hijos de rocanrol, ¡bienvenidos!”.

Como prometió al inicio, fue un show para recordar canciones de su larga trayectoria; clásicos como “Mientras que el cuerpo aguante”, que ahora con él y sus 80 años a cuestas cantando sobre el escenario cobra tanto sentido; “Directo al corazón”, y “No estás sola”, que escribió como una canción de cuna para su hija Lua “y ahora se ha convertido en un grito contra la violencia machista”, mencionó.

“Yo empecé a grabar discos en el año 62”, comenzó a relatar, y fue interrumpido por un estruendo: “¡Ríos, Ríos, Ríos!”, se escuchaba en casi todas las butacas del Auditorio, un gesto que agradeció sonriente, con los brazos en alto.

“Era la época franquista más oscura, no estaba bien visto ser moderno y yo era el más moderno del barrio, pero llegué a las listas no con un rock, sino con una de las baladas más bellas que yo he cantado en mi vida”, continuó antes de interpretar “En el río”.

Siguió con “Insurrección”, que originalmente canta con Manolo García, e interpretó con el bajista Jorge Ruiz; “Reina de la noche”, “Raquel es un burdel” y “Nueva ola”.

Acompañado por seis músicos, uno de ellos, John, el guitarrista, con quien ha trabajado desde 1980, Miguel Ríos sonó rotundo, a pesar de que, como dijo en varias ocasiones, la altura de la Ciudad de México le hacía reclamar por oxígeno; “creo que va siendo tiempo de echarle cabeza y buscarme un oficio más tranquilito”, bromeó.

Después de nueve canciones, dejó un momento el escenario y dio paso al pianista Luis Prado, quien interpretó “Estoy gordo”, que anunció como “una pequeña tragedia de dos minutos y medio”, en la que hace alusión a lo inexorable que es el hecho de que “todos vamos a morir, pero seremos afortunados si podemos contemplar nuestro propio declive”, una divertida canción en la que un hombre admite que está gordo, calvo y viejo.

Siguió con un segmento combativo, como hace 42 años, cuando “en la gira más multitudinaria que he hecho”, cantaba “En la frontera”, que, lamentó, “está más vigente que nunca, hoy que las puertas se cierran para la gente que emigra, como si fueran los primeros que lo han hecho”, e invitó “a decir no a la voluntad de un tipo asquerosamente naranja”.

“Nos siguen pegando abajo”, de Charly García también le dio pie para recordar que el tema lo escribió Charly en plena dictadura en Argentina, “cuando era peligroso hablar de Derechos Humanos. Por desgracia hoy es mucho peor”.

“El rocanrol es un bumerang” y “El rock en una noche de verano”, cerraron el concierto. Pero faltaba el encore, que fue otra muestra de generosidad por parte del artista, quien estrenó un tema de su nuevo disco, que saldrá en otoño, compuesto con José Nortes, el otro guitarrista de su banda, inspirado en la celebración del Día de Muertos en Pátzcuaro, a la que acudió Miguel.

Mientras interpretaban “En la rampa”, la letra de esta nueva canción aparecía en las pantallas. “Celebra la vida y la alegría que da cantar aunque estés regular”, dice el estribillo. Además, agregó al encore “Sábado en la noche”, “sólo porque la pidieron”, mencionó antes de rocanrolear.

El tecladista Basilio Martí y el baterista Pablo Narea, completan la banda con la que Miguel Ríos cumple su gira “Todo a pulmón”.

La noche terminó con “la mera, mera canción”, como se refirió a “Santa Lucía”, y otro clásico, que presentó con un discurso parecido al que mencionaba en los 80, en favor del amor y “en contra de cualquier forma de totalitarismo”.

“El himno a la alegría” comenzó después de que Miguel Ríos se manifestara contra “el neocapitalismo más rancio que cree que el mundo les pertenece”, contra las guerras y el genocidio y “contra toda la inhumanidad, vamos a cantar como nuestro grito sirviera de algo”, invitó. Y un coro de 10 mil almas se le unió.

Con información de El Sol de México


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