Por Jorge Guerrero
En las cuatro colaboraciones previas referentes al buen trato, hemos explorado varios principios universales: la importancia de informar, saludar y sonreír. Todos estos aspectos deberían ser parte del “deber ser” en la vida y, sin duda, son más que necesarios en las atenciones médicas.
Hoy hablaremos del cuarto punto del Decálogo del Buen Trato: “SOY AMABLE“. Este, al igual que los anteriores, se basa en el principio de “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti” y “Trata a las personas como te gustaría ser tratado“.
La amabilidad es un comportamiento caracterizado por la cortesía y la consideración hacia los demás, haciendo hincapié en la empatía como una vía de doble sentido. Su origen se encuentra en valores morales y sociales compartidos a lo largo de la historia de la humanidad y se considera una virtud fundamental en la interacción entre personas.
En el contexto de las atenciones médicas, la amabilidad es de gran importancia. Los profesionales de la salud que muestran amabilidad hacia sus pacientes pueden mejorar significativamente la experiencia de atención y la calidad de la relación médico-paciente.
La amabilidad puede reducir el estrés y la ansiedad de los pacientes, promover la confianza en el profesional de la salud y fomentar una comunicación efectiva.
En situaciones de gran vulnerabilidad en los pacientes y sus familias al enfrentar la enfermedad y sus consecuencias, la amabilidad por sí sola alivia y puede contribuir a un entorno de atención más humano.
Este cuarto punto del decálogo es uno de los mejor evaluados en la práctica y es considerado esencial en los servidores públicos e indispensable para el bienestar emocional de los pacientes y su recuperación.
Además, la amabilidad, cuando es auténtica, genera de inmediato una respuesta igualmente amable. Por otro lado, en esta vía de doble sentido, no ser amable, ser grosero implica un trato brusco, desconsiderado y carente de cortesía hacia los demás, lo que genera una respuesta grosera.
Por último, no podemos olvidar que, en las atenciones médicas, los sentimientos de los enfermos y sus familias están a flor de piel. Por lo tanto, si eres personal de salud, recuerda que en tu vocación está el servir y ser amable. Si eres paciente o familiar, ten en cuenta que, aunque el personal de salud está para servirte por convicción, como dice la frase “en la forma de pedir está el dar”.
En otras palabras, si alguien pide algo de manera amable y considerada, es más probable que reciba una respuesta positiva. Por todo lo anterior, no olvidemos el valor de la amabilidad, no solo en las atenciones médicas, sino en la vida en general, porque en la salud como en todo, como dijo Ramón de Campoamor, “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con el que se mira”.
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