¿Qué puedes hacer por tu país?
Por Simón Vargas Aguilar
El 20 de enero de 1961 John F. Kennedy pronunció uno de los discursos más emblemáticos de la historia, y su frase: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país.” Ha quedado en la memoria no solo del pueblo estadounidense sino de todo el mundo, y hoy ante las problemáticas que confrontamos cobra vigencia el cuestionamiento.
Es cierto que las instituciones gubernamentales se han creado con la intención de procurar a la sociedad seguridad, salud, educación, etc. Sin embargo, pocas veces tomamos en cuenta aquello que nosotros deberíamos retribuir, ¿Qué pasaría si dejamos de lado el egoísmo, la ingratitud y el individualismo? ¿Si dejamos de centrarnos solo en el dolor propio y vemos también el ajeno? Amar al prójimo requiere entereza, honestidad, temple; pero sobre todo vocación de servicio, y es que hoy nuestro país requiere de personas comprometidas, responsables e íntegras, que antepongan el bienestar social frente al personal.
Hoy más que nunca la reorganización social y nacional nos exige que reformulemos nuestro compromiso social como un pilar central que permita enfocarnos en la solidaridad. Este nos permitirá asumir que el desarrollo y la reconstrucción del país se logran a través de esfuerzo, dedicación y trabajo.
En una época donde la indiferencia y el abandono son mucho más palpables es necesario centrar nuestra atención en la capacidad de asombro, en la voluntad de cambio, en el amor desinteresado por el prójimo, pero sobre todo, en una nueva forma de ver el humanismo.
Es importante que se retomen los valores, que abandonemos la indiferencia y luchemos por reconstruir el tejido social, es cierto que el Estado y sus instituciones son esenciales, pero no son las únicas responsables de la seguridad, la educación o la salud, etc.
Desafortunadamente, vivimos en una sociedad que poco a poco ha quedado indiferente, con valores trastocados; y aunque sea difícil aceptarlo nuestras conductas también son parte del problema, porque sin un cambio de paradigma en los valores y principios que inculcamos a los niños y niñas será imposible establecer líneas que erradiquen la situación de violencia en la que nos encontramos.
Es innegable que aún atravesamos por momentos complicados, que probablemente la situación económica, política y social continúe siendo critica, pero también es cierto que si trabajamos unidos, anteponiendo el bien social, lo complejo se hará más sencillo y lo difícil un poco más alcanzable, porque hoy más que nunca debemos preguntarnos ¿qué puedo hacer por mi país?
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