Por Simón Vargas Aguilar
El 4 de febrero de 2019 el Papa Francisco y el Jeque Ahmed el-Tayeb, Gran Imán de Al-Azhar, firmaron el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Humana, lo que sentó un precedente importante; tanto que la Organización de las Naciones Unidas decidió retomar los principios de compasión y solidaridad humana narrados en este texto para inspirar la resolución 75/200 que instauró esta fecha como el Día Internacional y este 2024 se conmemora por cuarta ocasión.
Suena extraño que se designe una fecha para recordarnos uno de los valores más importantes, sin embargo, lamentablemente con el paso del tiempo además de éste muchos han quedado en el olvido, sobre todo ante el inminente avance de la apatía; pero más que eso podría decirse, desalentadoramente, que han sido ensombrecidos en gran parte por nuestro egoísmo y por la velocidad con que buscamos enfrentar la vida cotidiana.
Es innegable que vivimos momentos de crisis y de un creciente incremento de la violencia y el crimen, es por ello que este día nos insta a reconocer que la transformación tiene que empezar con actos quizá pequeños, pero valiosos, es decir, debemos reconciliarnos con distintos valores como la empatía, la compasión, la responsabilidad y la solidaridad, entre otros.
Incluso el pasado 4 de enero en una Audiencia a una delegación de la Fraternidad Misionera de las Ciudades, su Santidad el Papa Francisco, mencionó: “Sé también cómo a veces la violencia, la indiferencia y el odio pueden marcar los barrios: hoy tienen la misión valiente y necesaria de llevar la cercanía, la compasión y la ternura de Dios a las personas a menudo privadas de dignidad y de amor. Queridos hermanos y hermanas, gracias por lo que hacen, ¡sigan adelante!”
Probablemente el 2024 nos enfrente a situaciones complicadas y críticas, y no es posible que el resentimiento, el rencor, el odio y las guerras continúen mermando la poca unión y amor al prójimo que continúan presentes, hoy más que nunca es necesario que repensemos la importancia de la armonía, que se fomente una expansión de la cultura de paz donde el respeto a la vida, el impulso de la no violencia, el incremento del diálogo y la cooperación entre culturas y naciones se traduzcan en los caminos hacia una sociedad más compasiva y con mayor desarrollo económico y social.
¿Por qué continuar atacándonos unos a otros?, ¿por qué no trabajar juntos en unidad, fraternidad y con cooperación?, afortunadamente a pesar de las brechas estoy convencido que en el fondo de cada uno de nosotros siempre estará presente el deseo de paz y la fraternidad es el único camino viable para encontrarla.
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