Por Simón Vargas Aguilar
Desde el año pasado, aunque en realidad desde el inicio el sexenio, fuimos testigos de la lucha para definir candidatos en los partidos políticos y las coaliciones, posteriormente vinieron las precampañas y las campañas oficiales; es así que durante años escuchamos entrevistas, giras y hasta propuestas, luego vimos spots publicitarios, oímos podcast, recibimos llamadas telefónicas con la voz de los aspirantes, se llenaron las calles con lonas y propaganda, en los semáforos nos encontramos personas repartiendo calcomanías, volantes, bolsas y demás artículos aludiendo a los diversos contendientes; entre otras muchas actividades.
Ahora que la efervescencia electoral ha comenzado a disminuir, es probable que algunos experimenten un incremento en sus niveles de inquietud o sientan una mayor angustia, ¿qué tanto incide en nuestra salud la etapa electoral a la que fuimos expuestos?
En 2016 el Dr. Steven Stosny, fue quien dio a conocer el concepto de “estrés electoral” y mencionó que éste se encuentra caracterizado por un incremento en la ansiedad, problemas del sueño y dificultad para concentrarse; aunque dicho diagnóstico no se encuentra reconocido de manera oficial. También afirmó en un artículo para Tha Washington Post, que había observado en diversos pacientes, un aumento en rasgos como: el resentimiento, la hostilidad y la “devaluación”.
Y es que desafortunadamente, la gran mayoría de las campañas se centran en la polarización, la desacreditación y las difamaciones, lo que hace que nuestro cerebro entre en un constante estado de alerta y que la negatividad y los encuentros agresivos sean los protagonistas constantes, no sólo en los medios de comunicación sino también en las conversaciones diarias con nuestros familiares y amigos.
Incluso una investigación de la Universidad de Nebraska sostiene que: “El 20% de los encuestados ha visto dañada alguna relación de amistad debido a desacuerdos políticos; además de que el 31.8% afirmó que la exposición a los medios de comunicación que promocionaban puntos de vista contrarios a las creencias personales fueron un fuerte motivo de exaltación o enervamiento”.
En una era donde tenemos una vida mucho más rápida y estresante, es innegable que la política puede llegar a afectarnos de forma significativa, y quizá durante el periodo de campañas no lo notemos, pero cuando nuestro empleo depende de algún partido o esperamos una nueva oportunidad que implique el triunfo o pérdida de cierto aspirante, la tensión, la frustración o la incertidumbre, pueden manifestarse física y emocionalmente.
Aún quedan días de cierta angustia, por el periodo de impugnaciones, sin embargo, debemos trabajar en nuestras emociones y buscar ayuda profesional; porque aunque consideremos que los temas gubernamentales no influyen en la salud, lo cierto es que las investigaciones han comenzado a decir lo contrario, por lo que el autocuidado debe ser esencial.
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